Paseaba por aquella calle, buscando el bar humeante del que tanto le habían hablado.
Estaba tan perdido como está aquel que se pierde entre las líneas de sus propias manos.
Estaba tan perdido como está aquel que se pierde entre las líneas de sus propias manos.
Veía ventanas con luz, figuras que se movían al otro lado de la cortina.
Nadie solía pasear en solitario a aquellas horas.
Nadie solía pasear en solitario a aquellas horas.
Buscó de nuevo en sus bolsillos aquel trozo de papel con un nombre y una dirección escrita a lápiz. Según el papel estaba cerca.
Pero había un punto que le distraía. Una puerta abierta.
Si sus cálculos no se equivocaban, y podía presumir de que no pasaba muy a menudo,
estaba justo detrás del teatro.
Si sus cálculos no se equivocaban, y podía presumir de que no pasaba muy a menudo,
estaba justo detrás del teatro.
Miradas furtivas a ambos lados de la calle antes de acercarse. Se sentía como un ladrón, como si al acercarse a oír los ensayos estuviera robando parte del arte.
No parecía haber nadie.
Solo cientos de marionetas viejas colgadas de percheros más viejos aún.
Y rollos con decorados de obras pasadas de moda.
Y un tocado de plumas tan cubierto de polvo que apenas se apreciaba su color.
Solo cientos de marionetas viejas colgadas de percheros más viejos aún.
Y rollos con decorados de obras pasadas de moda.
Y un tocado de plumas tan cubierto de polvo que apenas se apreciaba su color.
No encontró a nadie que le impidiera avanzar en sus primeros pasos por aquel lugar.
Solo unos minutos más tarde se dio cuenta de que no estaba solo en el teatro.
Una gran voz, potente, interpretando a algún clásico del teatro.
Solo unos minutos más tarde se dio cuenta de que no estaba solo en el teatro.
Una gran voz, potente, interpretando a algún clásico del teatro.
Una voz que daba la vida al teatro.
Los aplausos encerrados en las butacas, las marionetas ciegas y abandonadas.
Un actor solo.
Los aplausos encerrados en las butacas, las marionetas ciegas y abandonadas.
Un actor solo.
Y salió del teatro. Fascinado. Aterrado de tanta vida abandonada. Cansado de sentirse un ladrón.
Siguió buscando ese bar con olor a tabaco quemado.
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