Estaba cansado de vivir entre sus propias lágrimas,
lágrimas inútiles que se habían cansado de inundar sus mejillas,
y habían convertido todo en lodo a su alrededor.
lágrimas inútiles que se habían cansado de inundar sus mejillas,
y habían convertido todo en lodo a su alrededor.
Lágrimas de las que se había regocijado,
pero que no supo hacer parar,
ni siquiera cuando hubo vaciado hasta el más pequeño cajón,
el más pequeño resquicio de cosas por las que llorar.
“Los hombres no lloran" le habían dicho pero que no supo hacer parar,
ni siquiera cuando hubo vaciado hasta el más pequeño cajón,
el más pequeño resquicio de cosas por las que llorar.
Y una mierda
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