A veces deberíamos reiniciarnos, resetearnos.
Olvidar chorradas, y seriedades.
Volver a conocer a nuestros conocidos,
volver a enfrentarnos a nuestros enemigos, y a nuestros miedos,
volver a descubrir nuestros gustos y placeres,
volver a disfrutar de nuestra música.
Y en lo que nos reiniciamos, perdernos.
Por ese mundo tan conocido que nos disgusta, nos aburre...
para volver a verle como un niño Chiquito.
Fijandose, no solo en las callejuelas, sino en sus habitantes.
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