Abrió la puertecita de la jaula al colorido pajarito asustado del salón.
Soltó a los peces en la bañera.
No quería ni necesitaba animalitos.
Quería saltar sobre las nubes.
Necesitaba mantenerse en tierra, sin embargo.
Usaba tacón en sus pequeños zapatos,
para que el viento no se la llevara.
No en cuerpo.
Ya que con cada brisa volaba lejos,
volviendo siempre tras algún tropezón.
Y seguía andando, pasando las yemas de los dedos por la pared.
Notando las texturas y haciendo cosquillas al muro.
Y caminaba, desgastando sus taconeados zapatos rojos.
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