Hablaban, como tantas tardes, sentados en el parque o tirados en el cesped.
Hablaban.
Pero su voz no era su voz.
Era como la voz en Off de las películas mal dobladas,
una voz que no concuerda con la persona,
demasiado aguda o demasiado grave.
Una nota fuera de la partitura.
No era su voz.
No era ese tono grave que repartía calma según se extendía.
Y luego cambiaron sus ojos.
El bonito verde se volvió gris, perdió su vida.
Después su boca.
Y con un suspiro desapareció.
Ya no aparece, ya no resuena.
Desapareció.
Ganas de gritar.
Ganas de llorar y con las lágrimas golpear a la memoria.
No comments:
Post a Comment