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Ella quita los restos de lágrimas de su cara y de sus ojos con la maestría del experto,
y termina de barnizar en carmin sus labios.
Un cigarrillo, escondido entre sus dedos se coloca en su boca,
se tiñe de rojo.
Uno entre tantos rojos.
El humo asciende, creando sombras leves sobre la luz amarillenta y rancia,
sobre los azulejos anticuados en la antigüedad,
y sobre su cara magullada.
Unos minutos.
Apenas unos minutos y la libertad.
Estrenar carmín en dias especiales.
Hoy lo estrena.