El niño armó el arco con una de las mortíferas flechas con ventosa.
Las brillantes plumas de su arma relucieron al ser iluminadas por el sol,
que hacía brillar su larga cabellera negra.
La guerra ha comenzado.
Una fría gota de sudor cae por su frente,
se cansa de esperar.
se cansa de esperar.
Se coloca las plumas en la cabeza y se dispone a atacar el fuerte.
Esta vez él ganará la batalla y se llevará a la dama.
No importa cuantos dragones o simples vaqueros tenga que matar...
Desde el otro lado de la fortaleza de cojines,
una niña vestida de princesa, un vaquero
y una lagartija aprisionada en una pecera vieja,
ven como el niño se arrastra por el suelo
tapando el arco con una rama caida.
Se acerca peligrosamente.
Entonces, el vaquero saca la reluciente escopeta
que no hace juego con el resto del disfraz y...
PUM PUM PUM!!
- Estas muerto, Indio.
- Nooo, no me morí.
Esta vez ganará la batalla.
Que le disparen cuanto quieran.
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