No tenía nada que ver con su vida,
era completamente distinto a ella.
Un tocadiscos con la aguja doblada,
"Aún funciona, puede probarlo si la gusta"
No era el precio, ni el cacharro.
Bueno, el cacharro un poco sí.
La había mandado a otra época.
A una que la hubiera gustado vivir,
con largos collares de perlas,
y chismes en los que poner los cigarros.
Con bares llenos de humo,
de alcohol.
Y todo por un tocadiscos con la aguja doblada,
abandonado en una tienda de trastos viejos,
sobre un montón de revistas arrugadas,
que "están en buen estado".
Sin sus discos.
Mudo y abandonado.
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