Pero no le gustaba.
La familia en la que naces solo es un punto de partida.
Te alimentan, visten y cuidan, hasta que sales de ahí.
Cuando entras en el mundo, encuentras tu propia tribu.
Cuando entras en el mundo, encuentras tu propia tribu.
Esa esa su mentalidad.
Y había hecho lo imposible por cumplir su normativa al pie de la letra.
Había creado una nueva tribu,
pero había tenido que volver.
La vida alli no habia cambiado en absoluto:
La que había sido su vecina, seguía siendolo.
La grieta en la acera a un par de pasos de la puerta de su casa seguía ahí.
Nada había cambiado, las tribus seguían igual, las grietas, todo.
Hasta las flores rosas marchitas del balcón se habían mantenido así, marchitas.
Su familia habia sido su punto de partida y de llegada, al menos temporal.
Había abandonado temporalmente a su tribu.
Estaba desconcertada.
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