No comprendía el significado de lo prohibido,
de lo vetado, de aquello a lo que no debía aproximarse.
No reconocía el problema, y obviaba las normas preestablecidas,
y caía en remolinos problemáticos,
de acusaciones, lágrimas y miedos.
Prometía volver a empezar,
se comprometía a seguir las normas.
Buscaba un lugar en el que cupiera,
en el que se le hiciera un espacio,
en el que lo vetado estuviera lejos de él.
Caminaba por praderas, por desiertos,
aproximandose a lo que no debía, en ocasiones,
lamentandose al rato.
Caminaba.
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