La miraba y sonreía,
y sonreía a su sonrisa,
y sonreía por ver el hoyuelo en su mejilla,
y su pelo despeinado,
y la americana caida,
pero sus ojos no decían lo mismo.
Forzaba la sonrisa que haría que ella sonriera.
Alejando los problemas,
poniendolos en un sobre seguro,
en el tercer cajón de su escritorio,
y preguntando ¿Qué tal el día?
Desatando sonrisas como quien desata cordones,
o desabrocha camisas.
Y esa cara de felicidad,
también llena de problemas,
de tormentos y de miradas tristes
encerradas en el cuarto cajón.
Con llave.
Me gusta muchísimo tu blog (creo que te lo digo cada vez que comento) :D
ReplyDeletePero creo que en el primer "sonreía" te falta el acento. Es un detallito, na'más.
¡Nos leemos!