Miras fotografías en sepia,
o a las que simplemente las resaltaron una parte.
Y piensas "eso lo hago yo"
y no, no lo haces.
Para qué engañarte.
Porque nunca encuentras ese lugar,
donde las fotos tengan su propio aura,
porque todo te parece "lo que ves todos los días"
y te aburre.
Y no merece una fotografía.
Pero te das cuenta que esa fotografía,
la que enmarcaste en tu habitación,
solo es el bajo de una falda,
un pájaro en un charco,
y muy poca luz.
Todo muy común.
Hacen falta otros puntos de vista,
no experimentados,
sino pausados,
para darse cuenta de que algunas cosas cotidianas
pueden ser preciosas.
Y para eso están los fotógrafos.
Dedicado a mi buen amigo Gonzalo de Castro,
fotógrafo y mago.
(Lo que influye, seguro),
y autor de la foto
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