Esperas,
esperas que desesperan,
que llevan a la locura,
que amargan el mejor día.
Esperas que llevan al olvido,
olvidos que llegan solo por las esperas.
Como aquellas mujeres que se daban a la locura,
aunque solo porque habían estado pendientes de la espera.
Aquellas mujeres que se olvidaban de olvidar,
que solo sabían esperar.
Y desesperaban.
Sentadas en un banco,
junto a una barandilla,
esperando por quien nunca volvería.
Aunque con los halos blancos de las películas
con la vida sin color del tiempo pasado,
cambian las cosas,
cambia el punto de vista.
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