Todo era fácil cuando había olvidado,
cuando se acercaba al borde del abismo,
pero no recordaba el miedo.
Cuando se dejaba caer en la butaca,
bien mullida de cojines.
Hasta que encontró el detonador.
Y todo estalló en mil pedazos.
Porque era una falsa calma,
un olvido fingido.
Porque hay cosas que no se olvidan,
y el pasado es un ser puñetero,
que se agarra y no se va.
Y cuando se va,
deja el camino abierto para poder volver.
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