Dos niños sacándose la lengua.
Pero sin rencor.
- ¡¡Que me lo devuelvas!! - la orden va seguida de una fuerte mirada de odio y un posible cabreo de los gordos por parte de esa vocecita chillona que salta alrededor de él sin lograr alcanzar su mano.
- Toma. Es un muñeco, lo hay que montar, y no vas a saber.
- Pues lo monto.
Unas manos pequeñas y torpes, obstinadas en colocar las piezas a su gusto,
y no como dicen las instrucciones, comienzan a trabajar.
Un resoplido y alguna que otra pieza atravesando la mesa es el resultado.
Él la acerca uno de los brazos del muñeco.
Esos grandes ojos azules que habían estado mirando el proceso miran atentamente la cara de frustración de ella.
- ¿Me dejas que te ayude?
Ella le mira con desconfianza.
Resignación.
Le acerca las piezas, pero esconde debajo de su mano las pegatinas, como siempre.
- Vale.
El muñeco toma forma.
Pegatinas. Sin seguir las instrucciones también.
Una sonrisa en la camisa, un ojo distante del otro...
Pero no importa. Ella sonríe.
- ¿Ves? No es tan difícil Boba.
La cámara recoge el momento.
Dos niños. Sacándose la lengua.
Pero sin rencor.
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