Esas pequeñas acciones incoherentes,
que nos llevan a pedir ayuda,
pero no gritar, No.
Eso es de locos.
Y demasiado coherente.
NO.
Simplemente liberarnos,
calmarnos, y con un café,
o un chocolate,
dependiendo de la hora,
abandonar las cosas que queremos decir.
Si, abandonar.
Meterlas en una maleta,
sin doblarlas ni nada,
sin sutilezas de esas
de las que usan los poetas.
O los borrachos.
Todos de madrugada.
Pero liberarse,
contar a los cuatro vientos las dudas,
los martirios y los dolores.
De pies. De Cabeza.
Simplemente, dejando caer una indirecta.
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