Así cada año.
Un paseo obligado.
Retirar las flores marchitas,
y limpiar el polvo y las hojas.
La recordaba a cuando le vestía,
o más bien le arreglaba la corbata,
le colocaba los cuellos,
o le regañaba por ponerse los zapatos viejos.
Y lo hacía con una sonrisa.
Porque recordaba esos detalles.
No lloraba.
Contradiciendo a su alrededor.
Había muchas mujeres como ella,
y algunos hombres.
Pero los menos.
Con las corbatas ladeadas,
y los cuellos sucios.
O con un calcetín de cada color.
"¿Ves? Por eso yo te corregía"
pensaba mirando a un hombre mayor,
agachado a unos metros de ella.
No lloraba.
Habían pasado muchos años.
Muchas lágrimas.
Muchos primeros de Noviembre.
Ella no había llorado una vez al año.
Ella acudía allí todos los martes,
a sentarse a su lado.
Y le contaba cosas.
"Hoy desteñí las sábanas blancas,
y ahora son rosas"
"La niña ha dicho que se divorcia,
mira que tú lo veías venir,
pero es que no escucha, y claro... "
Y todos los días se despedía.
"Me voy. Que vienen los niños,
y no tengo hecha la cena.
Y me llevo esta flor tan pocha,
que queda muy fea.
Mira que eres dejado eeh"
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