cambiando los tonos verdes y reflejando el sol.
Sin embargo no era ese dorado el que más le llamaba la atencion.
Había algo en el centro de ese campo que era distinto.
Rojo. Una amapola solitaria.
Mecida por el viento, haciendo que la pequeña amapola,
en su movimiento pareciera ser muchas más.
Atrayendo las miradas.
Fotografía por Rebeca Rodriguez
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