Pensaba en cientos de cosas, en cientos.
En el color de las nubes,
en el sol cayendo sobre el agua de la fuente de la plaza,
y en aquellos chiquillos corriendo por los jardines.
Brillante rojo sobre el resto de colores,
sobre el verde, sobre la remolacha, sobre la blanca sal.
La distraccion le pasó factura.
Pero no puedo evitar fijarse en el color de su sangre sobre el resto de colores.
Con cuidado se curó la herida,
y siguió pensando en el mundo que había más allá de su cocina
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