pan casero con un trocito de chocolate.
Solo por esas meriendas merecía la pena el paseo.
El camino hasta la huerta, un sendero estrecho,
apenas tenía sombra que la cubriera del fuerte sol de Julio.
Fotografía de Estefanía Agüero Merino, más en
Decidió explorar los campos cercanos, dorados y verdes,
amarillos y negros.
Se sentía rodeada por aquellas altas espigas.
Se sentía muy pequeña, como un pequeño ratoncillo en una gran ciudad.
No muy lejos, la abuela revisaba la huerta.
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