Y ahí estaba ella, rodeada de libros,
de pergaminos, de hojas sucias,
de hojas limpias, de papel sin usar, de bolis de colores,
de pinturas negras, de láminas arrugadas,
de lágrimas como único contenido de un papel.
Las ideas habían volado de su cabeza,
obligandola a esparcir los restos en cientos de retales,
en esquinas de servilletas de bares.
Tenía una idea que desarrollar,
pero no encontraba una metáfora.
No encontraba el paralelismo,
la esquina en la que esconderse.
Y sin el paralelismo, no tenía forma de ocultarlo.
Y el dolor, de cerca, duele.
Quizás debería de sacar la idea en crudo…
ReplyDeleteSin paralelismos ·_·